viernes, febrero 24, 2006

El casting

Generalmente es una experiencia espantosa. En unos pocos segundos frente a la cámara hay que poder adaptarse a la consigna, dar lo mejor de lo que uno es capaz, tratar de mostrar lo que uno puede llegar a lograr si es elegido, demostrar por qué tendrían que elegirnos a nosotros y no a todos los que pasaron antes y vienen despues... Todo eso guardando la calma y tratando de transpirar lo menos posible.

Casi siempre se sale puteando: porque me faltó esto o lo otro, porque cuando lo hacía sola frente al espejo me salía re bien, tendría que haberme visto Sr Director. Porque justo me agarró un ataque de estornudos y salí en camara con la nariz toda colorada, porque ese día me levanté con un grano espantoso en el medio de la jeta, porque la gente era mala onda, y miles de etcéteras.

A veces se puede pasar por encima de todas esas cosas y sentirse satisfecho, sabiendo que uno dio todo lo que podía dar, y que el resultado ya no depende de nosotros.

Y de vez en cuando, es una experiencia divertídisima. El casting del otro día fue uno de estos casos. En el rato de espera, entre repasar la letra, los nervios de punta y la ansiedad, presencié una serie de escenas que me hicieron pensar que el verdadero cortometraje debería haber sido el casting en sí mismo.

Estabamos todas las candidatas apretujadas en un pasillo, frente a la sala donde se desarrollaba el casting. Primero nos mirábamos de reojo, y al rato estábamos todas como chanchas. Una de las chicas, flaca anoréxica, re pendeja, con un ataque de pánico atroz, al parecer había dicho que hablaba inglés (como no saben aún si lo filman en inglés o en francés, el director pedía que aquellos que dominaran el inglés prepararan las escenas en ambos idiomas). Cuando el director le pregunta (in english) si ella hablaba bien el idioma, la flaca que evidentemente no cazaba uan le contestó con un acento afrancesado que daba miedo "e litél, e litél", a lo cual el tipo comprendió que de inglés la mina natin at ol y le siguió hablando en francés.

Después, dos amigas que en vez de ir de shopping decidieron venir al casting, esperaban el turno en el pasillo. El director planilla en mano pregunta quién sigue, a lo que las barbie girls responden "nosotras!" El tipo carraspea y dice si claro pero cual de uds esta primero, así la anoto en la planilla. Y ellas insisten "cualquiera de las dos, porque estamos juntas, nosotras somos amigas". Ejem.

Pasa una de las amigas y lo primero que dice es "ah yo no me sé la letra de la escena" (que previamente nos había sido enviada para poder aprenderla bien). El director le cuenta de qué se trata y le dice que improvise sobre esa situación. Ella dice que sí pero no larga el papel con la letra. El tipo perdiendo un poco la paciencia le repite que se trata de una improvisación "sin" el papel en la mano a lo que la chica acota "ahh, yo de improvisación, cero". Y entonces para qué viniste, nena?

Despues había una japonesa, re canchera, que las miraba a todas desde lo alto de su pagoda.

Y como para no ser menos, la que suscribe, para evitar el papelón de la anoréxica, prepara mentalmente su respuesta en inglés del instituto de la calle gaona, hace todas las escenas que había aprendido, en francés y en victor inglish method, pero la vida te da sorpresas... Y el director me propone hacer otra en la que tenía que leer a primera vista un texto.

Leer así de una, por más que se domine bien el francés, es re complicado. Pero ahí me lancé a la aventura: tenía que leer una especie de sentencia a la japonesa que me hacía de partenaire de escena. En un momento tengo que decir "se la condena a engordar 150 KILOGRAMOS" a lo que la japonesa tiene que morirse de miedo. Pero en vez de eso mando "se la condena a engordar 150 KILOMETROS", a lo cual la japonesa se empezo a poner roja como el circulito de la bandera de su país y se dobló en dos de la risa, y yo, estoíca, seguí la escena como si nada.

Gajes del oficio.

lunes, febrero 20, 2006

Llueve


Es ineludible; en Paris llueve. Y sobrepasadas las molestias de paraguas, suelas mojadas, botamangas húmedas, yendo un poco más allá, es ineludible descubrir que tiene su encanto.

Paris es otra cuando llueve. Las gotas en los cristales, las mismas que empañan, permiten otra mirada. Luz exterior que se refleja en la gota, gota que refleja lo que pasa adentro, y de golpe la gota es uno mismo dejándose deslizar por el cristal.

Y entonces es agradable ser gota, reflejar, rodar y tener una existencia prismática, redonda, resbaladiza.

sábado, febrero 11, 2006

Sobreviviendo

Post dedicado a Baterflai, que sabe de lo que hablo.

Un dia me llamó a mi casa de BsAs un Sr. con mi mismo apellido, en un español chapurreado, diciendo que estaba armando el árbol genealógico de la familia. Paranóica como soy, imaginé en un segundo todos los complots, amenazas y peligros. Pero no. Era verdad.

Ya en Paris, conocí a este buen señor, cuyo pasatiempo es efectivamente rastrear los orígenes de su familia. En esos cuadernos gigantes que me mostró, yo ocupaba un lugar. Lo ayudé a completar toda la rama argentina y se volvio una especie de tío parisino con quien nos vemos cada tanto y nos contamos cosas.

Su padre fue sobreviviente de campo de concentración. Un día quiso escribir y contarle al mundo lo que había vivido. Su hijo le propuso llamar a un periodista o escritor que lo ayudara a cumplir su propósito a lo que el padre le dijo que no; o lo ayudaba su propio hijo o no escribía nada. Así fue como "el tío" entendió que era su deber y que se trataba de un acto de transmisión. Respiró profundo y escuchó durante semanas y semanas los horrores más despiadados, las atrocidades mas extremas, reviviendo cada día, cada hora de lo que su padre había vivido.

Ese libro, "Un sobrevivente", me lo llevé como regalo preciado la primera vez que volví a BsAs. Ese libro cuenta la historia que mis familiares que murieron en el campo no me pudieron contar.

Mi baba, la única de la familia que sobrevivió por haberse subido al barco con destino a BsAs, no volvía de su asombro de que yo hubiera encontrado "gente de la familia", especialmente alguien que habia vivido lo mismo que sus padres, sus hermanos, todos sus seres queridos.

Durante horas me sentaba en el sillón del departamento de la calle Gaona y le iba traduciendo del francés al castellano cada página de ese libro. Ella me escuchaba casi en trance. La infancia de este hombre en el pueblito de Polonia era exactamente su infancia. La escuela, la vida familiar, el ambiente, la segregación, todo lo que le iba leyendo era como si fueran sus propias palabras.

Llegó la hora de volverme a Paris, y no pudimos terminar el libro. Cada vez que hablo con ella me dice que recuerda intensamente esos momentos que pasamos juntas, y que todavía le parece verme leyéndole en la penumbra. Y lamenta terriblemente no haber podido llegar al final de la historia.

Como para mí esos momentos tambien fueron mágicos, me traje el libro y empece a traducir a partir de donde dejamos la última vez, lo escribí en la computadora, lo imprimí y se lo mandé por carta. Para que alguien allá le lea (sus ojos no le responden más a sus 95 añitos) y de algún modo podamos seguir juntas a traves de los kilómetros.

Parece que la carta le acaba de llegar y que esta felíz.

Un espiral, una historia tejida a traves de los años y los kilómetros, historia de sufrimiento y horror pero también de encuentros y, sobre todo, de vida.

martes, febrero 07, 2006

Entre bambalinas

El escenario, una línea imaginaria a partir de la cual uno presta el cuerpo, la voz, los sentimientos, a un ser inventado que es uno pero que no es. Piedra libre al juego y a todas las ridiculeces, no hay normas ni reglas ni imposiciones. Una percha puede ser un pescado, y está todo bien. Todo puede ser. Las miradas, los gestos, las inflexiones de la voz, cada movimiento toma una importancia ancestral.

Pero sobre todo, divertirse. Horrores.

Jugar a correr por el pasillo de atrás solamente por el placer de aparecer del lado contrario por el que se viene de salir. Aparecer, desaparecer. Entre bambalinas, un mundo de objetos extraños, decorados, espejos. Mirar todo desde adentro de la tela negra, contener el aliento y de golpe respirar hondo y salir, saberse mirado y disfrutar transmitiendo emociones.

Una magia única, ritual, eterna.

jueves, febrero 02, 2006

Qué toca hacer hoy?

Yo no se si será en todas partes igual, pero al menos acá está bien marcado, por lo menos así lo veo yo (espíritu de Nimo, sal de aquí). Cuando se acaba el jolgorio de Navidad y los brindis de año nuevo, enseguida empiezan con el tema de la galette des rois, que es una especie de empanada de hojaldre gigante que se come para la epoca de reyes y viene con un muñequito adentro, y al que le toca el muñequito, si no se lo traga y zafa de terminar en las urgencias del hospital con lavaje de estómago, es el rey y tiene que ponerle una coronita de cartón que viene con la galette a la reina, que el elige entre las presentes. Entonces porsupuesto todas las panaderías estan repletas de galettes, todo el mundo compra y ya está, con eso la gente se entretiene y se evita el bajón post-fiestas.

Cuando pasó la galette, enseguida vienen los saldos. Hay una enorme rebaja en los precios de todo, la gente se desespera por comprar, las minas hacen cola desde la madrugada del dia D frente a los negocios y una vez que entran, son una manada de búfalos que se arrancan la ropa de las manos y dejan todo tirado y patas p'arriba.

Antes de que terminen los saldos es la época de San Valentín y los casamientos. Parece que está estipulado que es la época para comprar todas las cosas que tienen que ver con los casamientos, y entonces hay afiches por todas partes en donde se promocionan vestidos, juegos de tazas, lunas de mieles, etc.

Después vienen las vacaciones de febrero, en donde todo el mundo se va a esquiar. Después serán las pascuas, esetera, excetera, epsetera.

Como si la gente no pudiera encontrar por sí misma sus ritmos, sus rituales, sus ganas de hacer tal cosa cuando se le cante y no en el momento en el que está indicado hacerlo. Un poco de aire a la derecha, por favor...