miércoles, marzo 03, 2010

"Niño, deja ya de joder con la pelota... que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca..." *


Los pibes tienen esa cosa de sentir y decir las cosas de modo directo, tal cual las piensan, sin pasar por el filtro de lo que corresponde, lo que queda bien, lo que conviene. Es como si llegaran al mundo despojados de las cascaras sociales, y poco a poco las fueran adquiriendo. Claro que para vivir en sociedad y dentro de la cultura es necesario seguir ciertas reglas y leyes, pero es cierto que a veces los adultos nos pasamos de rosca y en lugar de decir lo que pensamos o escuchar lo que sentimos, andamos preocupados por hacer bien y las palabras apropiadas y no decir demasiado pero tampoco tan poco.

Los bebes son de goma, tienen una elongacion asombrosa, exploran todo lo que se les pone delante, se sientan derechisimos, trepan por todas partes, dicen claramente lo que quieren y hacen todo para conseguirlo. Se entretienen con el papel de regalo, se fascinan con una hoja que cayo del arbol, se emocionan cuando ven pasar a una paloma, les brillan los ojos cuando escuchan ladrar a un perro o cuando ven a un animal conocido en un libro de cuentos. 
Los adultos generalmente somos re duraznos, no llegamos ni a tocarnos los tobillos si ponemos la cabeza para adelante, al ratito de hacerlo nos duele la espalda, nos tira el cuello, se nos sube la sangre a la cabeza y nos ponemos colorados y molestos. Nos sentamos todos torcidos, tratamos de hacer siempre el camino mas corto y menos cansador, si queremos algo tratamos de que no se note o lo posponemos al infinito porque total es imposible. El minimo hueco de tiempo que aparece lo llenamos automaticamente con imagenes, sonidos, mensajes de texto. Actualizamos cien veces la pagina del mail, ni siquiera porque esperamos un mensaje importante sino por automatismo; vivimos con el celular en la mano o la computadora delante de los ojos, a veces porque los usamos como herramientas para producir, pero muchas veces por miedo al silencio, al vacio, a la hoja en blanco, a la mirada de los otros.

Como si a medida que crecieramos fueramos perdiendo la flexibilidad, volviendonos rigidos y tensos, encorvandonos bajo el peso de las exigencias, las responsabilidades, los objetivos a cumplir. Perdemos la capacidad de admirar y disfrutar lo mas simple, de fascinarnos con las cosas basicas que llenan el cuerpo y el espiritu. Nos olvidamos de maravillarnos.

Y todo esto es un proceso que se va operando lentamente, subrepticiamente. No nos damos cuenta y vamos dejando de jugar, de reirnos, de conmovernos. Y son los pibes los que con esa mirada fresca y brillante nos tiran una soga hacia ese mundo de juego, nos construyen un puente para reconectarnos con todo aquello que vamos perdiendo al crecer. Y si nos dejamos llevar y aceptamos dejar de lado la rigidez y volver a tirarnos al piso, revolcarnos a carcajada limpia, de golpe se nos abre una nueva dimension y eso, a veces, hace que podamos replantearnos la vida que llevamos y vivirla de otra manera.


* Serrat, porsupuesto, "Esos locos bajitos"