martes, septiembre 13, 2005

Hermanidades

Hoy ceno Flori en casa, Flori un personaje de la adolescencia de mi viejo, una tipa re macanuda.

Contaba (permiso Flori) que cuando era chica vivio muchos años en Polonia y cuando volvio a BsAs no hablaba una palabra de castellano. Cuando la mandaban a la panaderia iba repitiendo por el camino "un pan de manteca, un pan de manteca" para no olvidarse lo que tenia que pedir. En el camino era interceptada por su hermano que, malvadamente, le decia "un pan con manteca, un pan con manteca" lo que provocaba las carcajadas de la panadera y los clientes cuando ella enunciaba su extraño pedido, y la rojitud (?) de sus mejillas.

Ese mismo hermano jugaba con su amigo Carlitos y de repente ponia los ojos en blanco y caia al piso mientras Carlitos desencajado gritaba "el Pinte se murio!". La pobre Flori corria desesperada a contarle a su mama que su hermano se habia muerto mientras este aprovechaba para huir a jugar con su amigo.

Ella dice que entiende perfectamente al hermano, pobre, que todo el tiempo le enchufaban a su hermana menor y lo andaban zarandeando de aca para alla acarreando a "la nena". De algun modo tenia que vengarse.

Porque tener un hijo no implica la posibilidad de devolucion. Si una pareja decide concebir un niñito, entonces tiene que hacerse cargo de el todo el tiempo y desde todo punto de vista. Porsupuesto que esta barbaro que un chico juegue con su hermano, pero cuando este quiera y no cuando se lo impongan, al Cesar lo que es del Cesar.

A mi nunca me "enchufaron" a mi hermano. Siempre que lo fui a buscar al jardin fue porque me divertia muchisimo verlo salir todo vestido de celeste de la sala de los pollitos y volver a casa cantando canciones a duo y saltando veredas azules. Siempre que lo lleve a la plaza fue porque me encantaba que nos tiremos juntos del tobogan o empujar la hamaca con cadenita, ver sus cachetes inflados de viento y hacerle cosquillas en la panza cuando venia para adelante. Siempre que le di de comer fue porque me encantaba escucharlo decir "manquenca" por manteca y "maninino" por manito y ver como se comia la cucharada de polenta mientras yo daba vuelta la cabeza y le decia "que nadie se coma esto eh!". Siempre que jugue con el fue porque me mataba de risa. Siempre que le lei cuentos fue porque a mi tambien me encantaba leerlos, sobre todo esos de tapas celestes y tapas amarillas. Y siempre que quise quedarme sola en mi pieza o estar con mis amigas, estuvieron ahi papa o mama para hacerse cargo de el.

Por eso pude disfrutarlo tanto y por eso hoy por hoy es maravilloso comprobar que tenemos tanto codigo, el mismo humor, que nos entendemos tanto y que podemos pasarla tan bien juntos.

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