Estaba sentada en mi canape, con la computadora sobre las rodillas (la computadora cumple asi la funcion de gato que se echa a dormir la siesta, sirve de estufita y cada tanto cuando carga alguna cosa, hasta ronronea).
Sentada estaba, decia, y me vino una sensacion cuya unica descripcion posible es: ganas de picotear algo. Mientras abria y cerraba heladera, placards, y cuanto recipiente contenedor de comida pudiera haber en la cocina, pensaba que picotear no es lo mismo que tener hambre. Picotear es un deseo bien especifico que excluye todo tipo de preparacion, calentado, mezclado, armado. Tiene que ser algo que este ahi, que lo puedas manotear y manducarlo sin mas procedimiento, sin tenedor ni cuchillo, por sobre todas las cosas sin plato.
Digo que no es hambre porque no te comerias un plato de pastas entero, pero en cambio si meterias la mano dentro de la cacerola de los fideos de ayer y te comerias un par de ravioles que quedaron, de mas esta decirlo que asi, sin calentar. Y ojo, las ganas de picotear no son equiparables a la vagancia. A veces tenes hambre, pero te da fiaca cocinar o armar algo. Eso es otro cantar. El picoteo es mucho mas complejo; implica un deseo parcial ("una rodaja de salame"), de extraccion ("un pedacito de carne rescatado del estofado del mediodia"), de pellizcado ("un cachito de esa milanesa que quedo en la heladera"), cuyo componente esencial es la velocidad pero que implica al mismo tiempo una busqueda minuciosa y precisa del elemento picoteable.
Tiene casi una connotacion arqueologica, porque no vale que sea un producto fabricado ad hoc, vale decir un paquete de papas fritas. Eso seria demasiado simplista. Tiene que ser algo que ande dando vueltas por la cocina, que ya haya sido utilizado de alguna manera, casi como querer darle valor nuevo a algo antiguo.
Contrariamente a las difamaciones de sus detractores, este blog proclama que el picoteo es un arte, senoras y senores.
Con su permiso, me retiro, acabo de visualizar un pedacito de queso sobre la mesa, y un resto de baguette arriba de la bolsa de las cebollas. Ya vengo.
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