martes, noviembre 29, 2005

Invernal

Acostarse a las 9.30 am y levantarse a las 17.15 pm de un lunes y que afuera ya sea de noche debe ser la sensación mas cercana que un humano puede tener de hibernar.

Pero es tan linda la noche en casa, noche infinita, noche jugando. Por la ventana nadie que pasa, no hay mas mundo, no hay mas reglas exteriores. Solo nosotros y la noche.

jueves, noviembre 24, 2005

Despiertame cuando pase el temblor

La hoja con todas esas letras escritas en mi mano, la luz sobre mi cara, unos segundos eternos de espera y "acción!". Empiezo a leer el texto y siento la electricidad que irrumpe como un torrente desde mi hombro, el brazo, la mano, y entonces la veo, veo la hoja empezar a sacudirse y sé que es irreversible. El propio temblor de mi mano haciendo temblar la hoja me desconcentra, como si no fuera yo quien la hiciera temblar (pero no soy yo).

Sigo actuando, levanto la voz, agarro la hoja con mas fuerza pero es peor. La cambio de mano, como pidiéndole auxilio al costado izquierdo de mi cuerpo, implorándole que no se deje llevar él tambien. Inútil. Intento entonces hacer gestos grandes, como si quisiera que la amplitud eliminara el movimiento involuntario y lo englobara en su ampulosidad. Nada de lo que hago consigue detener ese movimiento mecánico, enfermizo, ajeno.

Vemos lo filmado. Pero yo no veo otra cosa que ese rectángulo blanco que se agita con una imbecilidad pasmosa. Elogian mi valentía, mi creatividad, mi "estar al 100%" en lo que decía, mis proposiciones actorales. Pero todo eso para mi pasa en sordina, en segundo plano. No puedo dejar de pensar en ese movimiento que se hace solo, que yo misma no puedo controlar, en ese temblor que torna a mi brazo un ente con decisión propia que no quiere plegarse a los designios de mi voluntad.

lunes, noviembre 21, 2005

Fui niño, cuna teta, techo, manta. Mas miedo, cuco, grito, llanto, raza

De chica los maestros de la escuela me cantaban "hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, nadie quiere que adentro algo se muera". Y me repetían incansablemente año tras año que yo tenía cosas muy interesantes para decir, y que era una pena que me guardara mis opiniones y privara a los otros de mis aportes. Pero algo hacía que así como cuando estaba frente a frente con una sola persona yo era toda creatividad, cuando estaba en grupo mi boca se sellaba y de golpe todas las ideas interesantes se transformaban en un gran vacío silencioso.

"Vamos, decime, contame, todo lo que a vos te está pasando ahora, porque si no, cuando está tu alma sola... llora" Y guardarme las opiniones, morfarme el enojo al punto de no poder siquiera darme cuenta que estaba enojada, tener pánico de las discusiones por la eventual posibilidad de que me dejen de querer, fue mi modus operandi grupal durante muchísimo tiempo.

Por eso ahora siento esa inmensa sensación de libertad cuando, como el otro día, pude decirle a un grupo y en voz muy alta lo que no iba, lo que no me gustaba, lo que me molestaba. Y no vinieron los jinetes del apocalipsis ni explotó el planeta ni aparecí del otro lado del espejo. Vinieron un par de lágrimas, de alivio. Me escucharon, discutimos, acordamos y desacordamos y la vida continúa. "Soy pan, soy paz, soy más, soy el que está por acá".

jueves, noviembre 17, 2005

Interculturas

Se largó el taller de teatro para nenes, coordinado por mi misma persona.

Por ahora participan un francesito, una francesita de orígenes arabescos y un francesito de orígenes africanescos. Linda mezcla.

Hicimos una especie de dígalo con mimica y el francesito hizo de bombero pero como nadie adivinaba ganó el que dijo que era un policía. La purreta a la hora de elegir un animal para imitar, eligió un... caracol. Y el negrito se mandó una demostración de hiphop para alquilar balcones.

Güi ar de uorld, güi are de childrens. Ahijuna canejo juna gran siete.

sábado, noviembre 12, 2005

En el supermercado

La cajera, china, estaba visiblemente molesta con la señora que estaba adelante mío que le dio su monedero lleno de moneditas de 1, 2 y 5 centavos y pretendía que la cajera las contara por ella y se cobrara. Le gritaba en su frances chinesco "siempre me hace lo mismo señora, me tiene las bolas llenas" (traducción mas o menos literal).

La señora en cuestión, lo que aquí se llama una SDF (sin domicilio fijo) ponía cara de "y bueno, qué quiere que haga..." mientras ponía en bolsitas sus compras: tres botellas de birra.

El encargado del supermercado hizo su aparición y empezó a contar las moneditas porque la china no quería más lola. En ese momento el guardia de local se sumó al grupo diciendo "señora, tiene que pagar también la botella que metió en su cartera". Y la señora "no, nada que ver", y mientras el guardia metía mano en la cartera de la señora y sacaba la cuarta botella, ella protestaba "no, yo no haría jamás algo así". La china malhumoradisima pasó a agregar a la cuenta la botella en cuestión mientras sonaban como cortina musical los comentarios del guardia: "ladrona, la próxima vez vamos a llamar a la policía", los ruiditos de las monedas que el encargado seguía contando y el ruido del bastón de la señora que había caido al piso.

lunes, noviembre 07, 2005

Ausencias. Secretos. Presencias.

W., 9 años, nació con un síndrome genético bastante poco común. Al año de nacer su mamá decidió que no tenía ganas de "cargar" con un hijo así, hizo sus valijas y nunca volvió. El papá de W. en lugar de considerarlo una carga, se hizo cargo. Tiempo después conoció a una mujer y quisieron casarse. La unica condición que él le impuso fue que aceptándolo como esposo tenía que aceptar tambien a W. como hijo. Ella no solo lo aceptó sino que fue desde entonces una madre cariñosa y atenta. El único detalle: ella no quiere que se pronuncie siquiera el nombre de la mamá biologica de W., ella quiere borrar todas las huellas de su presencia, hacer como que nunca existió, como que nunca pasó por su vida. Pero esa madre existió y W. lo sabe bien a pesar de que todos hagan de cuenta que no. Y ese abandono terrible, en el momento en que un chico más necesita a su madre, W. lo carga y lo cargará para siempre como un pesado equipaje.

M., 4 años. Pelo negrísimo y trenzas atadas con moñitos rosas. Ojos enormes, negros carbón. Mirada inquieta, dulce y temerosa. Vivía feliz con su papá y su mamá hasta hace siete meses, día en que su papá se fue y nunca más volvió a la casa. Su mamá le dice que él esta trabajando, pero M. todas las noches pregunta por que él no esta cenando con ellas, si es que no las quiere más, por qué se fue y sobre todo cuándo va a volver. Su mamá, pelo negro azabache y rasgos dulces como los de su hija, explica que el papá en realidad está en la carcel, por un "problema" de cuando era mas joven que hizo que ahora tenga que pagar su condena. Dice estar agotada de tanto trajín, pero sobre todo, muy angustiada ante las preguntas de M. que se vuelven cada día más insistentes. Ella está triste y la nena también. "Yo le digo que él esta trabajando, ella no sabe la verdad". "Ella", cuando su mamá termina de pronunciar la frase, levanta la cabeza y nos clava sus ojazos como diciendo "pero que se creen que soy boluda yo?". Claro que sabe. Pero extraña mucho a su papá y se la pasa haciéndole dibujitos de corazones y nenas con pelo largo.

Ausencias. Desapariciones. Abandonos. Historias de agujeros en la historia que ningún hilo puede coser ni ningun parche emparchar. Desgarros que acompañan el crecimiento, leche amarga de lágrimas saladas.

Secretos. No dichos. Ocultamientos. Historias de cosas no sabidas que se saben, circulan en el aire y entran en los oídos y en los ojos redondos de curiosidad. Frases que volverán una y otra vez al apoyar la cabecita en la almohada y que dan más miedo que el lobo de caperucita o la bruja de hansel y gretel. Secretos a voces que si se tratan de acallar, volverán con la fuerza de un vendaval.

Presencia. Mimos. Cuentos. Sonrisas. Caricias en los pies. Lágrimas de emoción ante la primer palabra. Manito hasta que me duerma. Puré en cucharita voladora. Canciones inventadas. Juegos compartidos. Sorpresas. Caminatas para descubrir el mundo. Respuestas al "qué es esto?", "cómo se escribe?", "por qué?". Complicidad ante el "dale que...?". Carcajadas. Vueltas carnero. Ganas. Alegría. Comida con sabor a casa. Tranquilidad. Seguridad. Confianza. Eso es lo que un chico necesita para crecer feliz.

jueves, noviembre 03, 2005

Canto que olvidé, sitios que dejé, dicha que perdí... hoy en la emoción de mi corazón todo vuelve a mi!*

Primer clase de teatro de este año : técnica vocal. Se reparten al azar hojitas con monólogos, poesías, textos. Agarro uno de una pila y leo,

"Traer de su casa los acentos familiares
Es traer un poco de la tierra en las sandalias.
El acento? Es como nuestro país que nos sigue!
Es este acento un equipaje invisible,
El hablar de la tierra de uno,
Que uno se lleva en el viaje!
Tener acento es, cada vez que uno habla,
Hablar de su país hablando de otra cosa.
No, no me averguenzo de mi fiel acento,
Quiero que sea sonoro, y claro, ruidoso.
Y caminar derecho, con el mismo estado de ánimo
Llevando mi acento fielmente sobre la oreja
Mi acento! Habría que escucharlo de rodillas!"

El azar no existe. La única extranjera de la clase y este texto me viene a tocar justo a mí.

Porque uno puede aprender y hablar perfectamente el idioma del lugar en el que vive, apropiarse de todos los giros idiomáticos, el argot, las expresiones. Pero en el fondo siempre se va a escuchar, como un eco profundo, el acento. Aunque a lo largo de los años se vuelva casi imperceptible, nunca se borra definitivamente. Es como una pequeña marca de nacimiento, marca de identidad que nos recuerda nunca olvidar nuestras raices.


*OIGO TU VOZ. Letra : F. García Jiménez. Musica : Mario Canaro