viernes, julio 29, 2005

Casa tomada o el complot de los albañiles

Van entrando de a poco, llenando la casa de objetos como baldes, pinceles, máquinas de agujerear. Corren todos los muebles de lugar, los reúnen en el medio del living y los cubren con un mugroso nylon dando al conjunto un aspecto de masa informe incolora inquietante.

La casa se llena de polvo que penetra en todos los rincones, en las orejas y en los pulmones (si éstos últimos son alérgicos, el concierto de estornudos y ojos hinchados está garantizado). La casa se llena de ruidos taladradores, especialmente a la mañana tempranísimo cuando uno duerme y de ritmos cumbianchengues a toda hora. El piso se llena de colillas de cigarillo (no pueden tirarlas en el tacho?)

Paulatinamente caés en la cuenta de que te los cruzás cuando entrás, cuando salís, cuando bajás a hacerte un té y cuando querés ir al baño, porque justo están rompiendo el inodoro cuando vos queres ir a mear.

Un día te sorprendés cuando te dicen que te llamó una amiga pero que no están seguros de cómo se llamaba, existiendo un perfecto contestador ad hoc. Intentás una protesta, pero en vano porque al final te acostumbrás a que atiendan el teléfono, que informen que me fui hace media hora, que respondan que les parece que hay gente arriba pero que no están seguros, y ya ni parece extraño el hecho de que NO me pasen los mensajes.

Van ocupando terreno, hasta lograr que no puedas dar un paso sin tener que saltar algún obstáculo. No podés pasar inadvertido y cada vez que llegás estás obligado a mirar cómo el caño está de podrido y oír el relato minucioso de las tubería y sus recovecos.

Son dueños del espacio, de los ruidos, de las comunicaciones. Y del tiempo, porque lo que era un mes se transforma en tres, lo que era mañana se transforma en un par de días más... Y lo realmente aterrorizante, lo que hiela la sangre y eriza los pelos, es que NO SE VAN. Siempre descubren un caño más que si no se arregla la casa se va a inundar, una pared que si no se enduidiza se va a derrumbar, un vidrio que se rompe y hay que reemplazar, un carulo que hay que foiculizar...

Pero la fatídica mañana en que al levantarte encontrás que te prepararon el agua para el mate "porque es lindo levantarse y tomarse un matecito", en esa sonrisa helada adivinás finalmente el macabro plan. Pero ya es demasiado tarde. La casa les pertenece.

jueves, julio 21, 2005

Amigos imaginarios y reales

Gran parte de los que hoy somos adultos (?) hemos tenido en nuestra infancia un amigo imaginario con el que dialogábamos y compartíamos nuestra vida cotidiana. Normalmente ese amigo suele desaparecer un día, para dar paso a amigos reales, de carne y hueso, que pasan a ser tan íntimos y cercanos como aquel entrañable compañero de correrías.

En el día de hoy (ya ayer bah) en el que hay que reservar lugar en los restaurantes con una semana de anticipación, fecha en la que colapsan los teléfonos celulares y que según un taxista dijo a mi madre se trabaja mas que en navidad o año nuevo, tuve la oportunidad de ver a un tipo festejar el día del amigo con su amigo imaginario.

Porque puede haber para quienes los amigos de carne y hueso no han logrado reemplazar a aquel socio invisible. Y acaso no tiene esa persona el derecho de salir a cenar con él? Eehehhh?

Frente a la mesa donde estábamos con mis amigas, un individuo cenaba en apariencia solo, con la salvedad de que tenía un plato frente a él y que charlaba animadamente de tematicas variadas. Sólo faltaba que al terminar la cena le dijera al mozo: "paga mi amigo". ;-)

Esto me recuerda la anécdota (absolutamente verídica) que siempre contaba mi viejo, de un paciente del hospital psiquiátrico donde trabajaba, que se escapó, se metió en un bar y se morfó la vida y cuando vió aparecer al medico que lo buscaba desesperado por todo el barrio, se largó a correr a toda velocidad y le dijo al mozo: "paga el flaco que viene atrás".

A los amigos imaginarios que supieron acompañarme, y a los reales de hoy que son parte fundamental de mi vida, felíz dia!

sábado, julio 16, 2005

Apdeit de la Educacion Vial

Aclaración: este es un post catártico. Si no lo leen, no me ofendo en lo mas ménimo.


Curso de Educacion Vial a las 9.30 am en Roca-la-conch-de-la-lor. Lluvia de diluvio universal con arca, elefantes y sor*tes de punta. No encuentro las llaves, puteo, salgo con mis botas de goma azules que usaba en una época para andar entre los charcos y andar a caballo porque era una niña pobre y no tenía botas de montar viste gordo. Las botas me quedan chicas e incómodas (claro, el pie me creció desde esa época).

Subo al 141, me congelo, tengo hambre y sed de cafecito caliente, no tengo reloj pero sé que el asunto de las llaves me demoró más de la cuenta y viajo con la espantosa sensación de que voy a llegar después de que la pseudo preceptora del curso se llevó la hoja de los presentes y entonces todo este esfuerzo habrá sido vanísimo. La máquina no tiene monedas para darme vuelto y eso termina de enfurecerme. Día de furia.

Unos 45 minutos después llego a la parada, me levanto dispuesta a hacer un quilombo de órdago por mis 20 centavos pero el colectivero es el más simpático viejito que haya visto y cuando me ve venir me tiende las monedas que ya tenía preparadas y me pide perdón. Le pregunto la hora: 9y27, pienso que si me apuro llego a tiempo y todo.

Bajo abriendo mi paraguas y en una pésima maniobra de mis botas azules resbalo por las escaleras del bondi y caigo de napia en el pasto empapado del descampado de la avenida roca. Me hago mierda la rodilla y la mano, no puedo caminar, estoy hecha sopa, recién salgo de una gripe y seguramente con esto entro en otra.

Voy al curso igual, llego a tiempo para dar el presente y aprendo cosas maravillosas como que la velocidad máxima reglamentaria en semiautopistas es de 120 km/h y que en una pendiente la prioridad la tiene el que sube excepto si el que baja es un camión con acoplado.

Realmente, qué ganas que tengo de tener los papeles en regla, eh.

lunes, julio 11, 2005

Educacion Vial

Volví a paladear con gran placer el gusto de la pizza, el asado y las empanadas argentinas. Pero una de cal, una de arena, tambien volví a padecer el gusto vomitivo de la burocracia argentina... A saber, dos puntos.

Fuí a renovar el carnet de conducir a la Avenida "culo del mundo" Roca. Después de hacer una especie de cola amorfa logré que me dieran un número para el cual faltaban la módica suma de más de 200 números. No había dónde sentarse.

Primera pregunta: qué les cuesta poner unas sillas más sabiendo que todos los días desfilan muchísimas personas que tienen que esperar muchas horas?

Me instalé como pude con mi librito ad hoc en la parte de afuera, al menos había solcito. De repente veo que un tipo sin decir agua va cierra las puertas y toda la gente corre con desesperación para entrar. Parece que una vez que cerró las puertas por más número que tengas, kaput. Y si justo te fuiste a ver si llovía, alpiste.

Segunda pregunta: qué le cuesta al señor avisar que va a cerrar la puerta, cosa que toda la gente que está afuera esperando porque adentro no hay lugar, entre?

Obviamente que corrí yo también y entré justelli. Adentro no cabía un alfiler. Esperé, esperé, esperé. De golpe desde la ventanilla 4 una rubia gasallesca gritó que el último número que se atendía era el 250. Se armó un tole tole mayor, porque claro, habían dado número hasta como el 400, por ende si dejaban de atender desde el 250 todo el resto de la gente había estado toda la manana y mediodía esperando al cuete.

Tercer pregunta: para qué dan más números de los que pueden atender?

Tras los gritos pelados de toda la concurrencia, dijeron que hagamos una fila según los números. Aplauso general.

Cuarta pregunta: hay que aplaudir y agradecer porque te atiendan en una oficina pública, mantenida gracias a la contribución de los mismos ciudadanos que hacen la cola para hacer el trámite?

Porsupuesto todo el mundo a pelearse porque "Sr. yo estoy antes que Ud, no ve que tengo el 268, ehehheh?". Una vez armada la filita cual obedientes ovejitas a ser esquiladas, esperábamos nuestro turno cuando de golpe un Sr. comienza a vociferar epítetos de lo más pintorescos a la rubia gasallesca porque "cómo puede ser que me pidan un sello más si acá lo sellaron ustedes dos veces hdplaconchdetumdrelaptaqueteprió.

Un segundo Sr. se hace solidario del problema y vocifera aún más fuerte que el anterior "El Sr. tiene razón! Hay que rociarlos a todos con nafta y prenderles fuego". Ejem, simpática gente.

Un niñito daba vueltas por la sala y se metía entre las personas de la fila, más que embolado de tanto esperar. Ante la amenaza de huída del gurrumín, su madre le retrucó muy pancha: "si te escapás, voy a llamar al Sr. que estaba gritando recién y le voy a decir que te lleve".

Quinta pregunta: qué tiene en el cerebro la señora?

El escándalo deja como saldo que la rubia gasallesca y su compañera solidaria deciden retirarse ofendidas, dejando a sus dos colegas de garpe para ocuparse de la chorrada de personas que faltaba atender.

Porsupuesto a esa altura de las circunstancias tanto los clientes como los empleados querian huír porque pintaba el ragú, así que mágicamente en el examen de audición todo el mundo oía perfectamente, en el de visión todos veían de maravilla, todos estábamos sanitos física y psíquicamente, de modo que el tramite duraba lo que un pedo en una canasta.

Cuando finalmente salgo, pregunto dónde para el 141. Sr. de la barrera: "ehhh?". Sr. de la casillita de la entrada: "no será el 114 el que vos buscás?" No srrrrrr, el 141! Sra. de la casillita: "creo que por acá no pasa, ni idea".

Paraba enfrente.

Sexta pregunta: trabajan ahí todos los días, cómo no van a saber qué colectivos pasan y dónde paran?

Ya en el 141, con mi turno para dos cursitos teóricos y un examen práctico, todo en distintos días y a un horario espantosamente poco vacacional, ante la fascinante perspectiva de tener que volver a este bendito lugar aún tres veces más, me preguntaba:

por queeeeeeeeeeee??????????????

martes, julio 05, 2005

Luz

Si algo me alucina de Buenos Aires es la luz. Lo supe fuera de tí mi tierra, como decía aquella sabia canción. Y si, hace falta tomar un poco de distancia para darse cuenta de las cosas. Y yo recién en Paris me percaté, por contraste, de lo increíble de la luz porteña.

Paradójicamente, en la ciudad luz siempre me parecio que la luz del día estaba velada, como a través de un filtro. Aún los días más soleados son difusos, lo cual da una belleza particular a la ciudad, claro. Pero la luz de Buenos Aires, franca, brillante, intensa es una cosa alucinante. Y la estoy disfrutando a pleno.

Además de los amigos y la comida. Como nos dijo sabiamente don Manolo mientras hacía ese asado impresionante: "ustedes vinieron a llenarse la panza y el corazón".

Y los ojos de luz, agrego yo.

viernes, julio 01, 2005

Buenos Aires

Subí al avión con chancletas y musculosa y me bajé con tapado. Durante el viaje, a mi vecino izquierdo de asiento le temblequeó la patita derecha durante absolutamente todas y cada una de las horas que duró la travesía. Estaba tan asustado que no hablaba, no miraba la tele, no comía, no respondía. Sólo relojeaba mi pantallita de tele cuando yo miraba el diario de bridget jones o la pantera rosa. Daba miedo.

Me latió el cuore con fuerza cuando aterrizamos en Ezeiza. Con mas fuerza todavía cuando abracé a mi vieja. Cuando ví mi barrio desde el auto se me hizo nudo en la garganta, y cuando fuimos a comprar facturas a la flor del norte el nudo ya eran lagrimones.

Los detalles. La puerta de mi casa, el árbol de la esquina, la pizzería de la vuelta. Y sobretodo, la bata de mi viejo colgada al lado de la ducha, el detalle matador, un sopapo en plena mejilla. Llegar y buscarlo por toda la casa, constatar que todo está impregnado de él, pero que nunca más sus ojos abiertos, nunca más una palabra*. La tristeza infinita de mi abuela, su madre, para quien si él estuviera acá todo serían sonrisas, y en cambio su ausencia es la pesadilla cotidiana de sobrevivirle, una broma macabra de la vida. Y mi pieza que él pintó de color guinda, el cablecito de la estufa que él puso para que ande, su caja de herramientas y el pensamiento de que quizás acá, solamente acá, empiece el verdadero duelo.

Y los amigos, el abrazo de los amigos. Buenos Aires me pone una sonrisa en la cara. Una sensacion de liviandad, como flotar.

*Jean Luc Lagarce. J'etais dans ma maison et j'attendais que la pluie vienne