martes, mayo 16, 2006

Equilibrio

Sabado a la tarde, empieza el ensayo en el teatro, un antiguo y renombrado estudio de cine transformado en gran espacio cultural. Antiguo quiere decir también que cuando el cielo pasó de nublado a lloviznante, empezaron a caer unas gotitas al costado del escenario. Enseguida vino gente del lugar con trapos y baldes que colocaron concienzudamente abajo de las goteras, diciendo que no había que preocuparse, que habían arreglado el techo pero se ve que filtra igual, en fin gracias hasta luego.

Al rato las gotas cayeron en medio del escenario. Corrimos la escenografía y seguimos ensayando esta escena en la que el conservador del museo, un personaje desesperado por evitar el avance de la naturaleza sobre el arte, viene a dar su discurso:

"los museos estan cada vez más cercados por espacios verdes en los que los árboles proliferan bajo la indiferencia general, los pájaros se multiplican y destruyen nuestro espacio sonoro tan precioso para poder escuchar el arte! No nos vamos a dejar envenenar por la naturaleza y, para aquellos que realmente no pueden evitarlo, les señalo que tenemos un piso entero dedicado a los paisajes y al mar, que, créanme, le dieron a la naturaleza el talento que ella jamas tuvo"

Pero la naturaleza no se dejó vencer, y en ese preciso momento una verdadera cortina de agua cayó exactamente delante del escenario ante la mirada atónita del actor que daba su discurso anti-naturaleza. Todo inundado, gente que cayó con baldes, aspiradoras, trapos, y el dueño del lugar diciendo que nunca jamás en tantos años le pasó una cosa semejante.

Tuvimos que suspender el ensayo, y consecuentemente, el ensayo general previsto para el día siguiente, en el que íbamos a hacer la obra entera con vestuario, luces, todo todo y al que iban a venir algunas personas para tener por primera vez un poco de público antes del estreno. Entre esas personas, el farfo, que el dia del estreno tiene un trabajo importantísimo incancelable.

Me agarró una depresión incontrolable. La única oportunidad para que el viera la obra acababa de inundarse como el escenario y como mis mejillas con los lagrimones que me empezaron a caer. Para mí era tan pero tan pero tan importante que él viniera, que me viera actuar, poder compartir con él en vivo y en directo esa alegría inmensa que siento al estar sobre el escenario.

Pero yo, como la naturaleza, no me dejé vencer. Cuando uno tiene ganas, pero ganas de verdad de que algo pase, todo se acomoda milagrosamente; la directora, que había visto mi tristeza, me dijo que él podia venir igual el domingo aunque sea a ver cómo trabajábamos. Y finalmente el domingo me recibió con un "tengo una buena noticia para vos" e improvisó un ensayo general como el que estaba previsto, especialmente para que farfo pueda ver la obra.

Y salió el sol, y él me vió actuar, y todo recupero su color.

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