Aunque me queden nada mas que 18 dias de verano...
(MOMENTO, 18 dias? Ahhhhhhrghhh, en 18 dias estamos en Buenos Aires!!!!!!!!!!!!!!!)
...decia, igual no pude resistir a la euforia de los saldos. Imposible no entrar a los negocios en los que se vislumbran desde la entrada millones de cartelitos rojos que rezan (siempre me pregunte por que un cartelito "reza"): 50%, 70%. No solo porque algo tengo que comprar, siendo este el unico momento del anio en el que realmente vale la pena comprar cosas, sino porque el espectaculo es una especie de muestra antropologica de la locura femenina en las civilizaciones occidentales. Mi amiga Naty, recientemente de visita en Paris, pudo comprobarlo.
El dia de comienzo de los saldos, horas antes de la apertura de los negocios, colas infinitas se arman para poder llegar la primera y elegir las mejores cosas al mejor precio. Durante la jornada pueden observarse verdaderas batallas campales entre las mujeres, quienes literalmente se arrancan las ropas de las manos, tiran al piso la ropa que no van a llevar, con gestos violentos que contrastan con la delicadez y calma con la que se comportan en dias "normales". Una especie de carnaval, un momento del anio en el que vale comportarse como bufalas salvajes, sacar a relucir el instinto de querer acogotar a la enemiga sin tener que controlarlo, momento de desenfreno roperil, ocasion para dejar de ser pulcras y ordenadas para dar paso al caos que acecha durante meses esperando el momento de poder tirar todo al suelo, pisotear las camisas blancas, romper perchas, empujar, gritar en lugar de susurrar, y partir con la presa en la mano y con la felicidad de saber que la pagamos tanto menos de su valor habitual.
En fin, todo un espectaculo del que soy mas espectadora que parte, a pesar de lo cual no pude resistirme a la tentacion de comprarme un par de cositas porque estaban taaan barataaas :-)
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