jueves, abril 21, 2005

Ausencias

No me gustan los "aniversarios de fallecimiento". Personalmente prefiero recordar a la persona cuando se me canta, y rendirle homenaje a mi manera y en cualquier momento. Pero de elegir una fecha, prefiero el día en el que vino al mundo y no el día en que se fue.

Y hoy es uno de esos días. Uno de esos en realidad, porque siempre cabalgó entre el 21 y el 23 de abril. Parece ser que nació el 21 y lo anotaron el 23, y él usaba eso para instaurar al menos tres días de festejo (el 22 que quedaba en el diome se festejaba también). De última no es raro, porque su madre, mi abuela, nació el día de una fiesta, día que cambia todos los años y por ende siembra la confusión entre los no conocedores del calendario festivo religioso es decir toda la familia. Lo que da como resultado llamados saludadores a lo largo de unos cuantos días, festejo prolongado.

Jorgito para su madre y algunos amigos de adolescencia. Aguila para la mayor parte de sus amigos, conocidos y admiradores. Papi, Papolto y derivados para sus hijos. Jorge para su esposa. Joje para sus pacientitos que aun no dominaban el lenguaje. Garbarz para farfo. Don Jorge para la portera de Pasteur. El Dotor, con mayuscula, para Nella la empleada de casa. Un tipo fuera de serie, ingenioso, gracioso, tierno, querido por todos los que lo conocían, poco egocéntrico como es dificil de encontrar, preocupado por los demás y generoso al extremo.

Una anécdota que lo pinta de cuerpo entero, que escribí a modo de prólogo en mi trabajo de pre-tesis del año pasado:

Tenia un pacientito, Lucas, a quien siguió durante años y de cuya familia se hizo aliado incondicional y gran amigo. Gracias a su trabajo, Lucas que sufre de una parálisis desde su nacimiento, pudo crecer y lograr cosas maravillosas que parecían imposibles.
En un puto accidente de auto, la madre de Lucas muere. El dia del velatorio, Lucas se había aislado en un rincón, no hablaba con nadie, no se movía, no comía, no respiraba casi.
Mi viejo, cuentan, se acercó a el y sin decirle nada, mostrándole de algun modo que comprendía su dolor, agarró un juego de cartas y empezó a jugar con él. Lucas se enganchó. En un momento del juego, mi viejo sacó una carta del mazo, la puso aparte
y le dijo "ahora Lucas, vamos a jugar sin una carta". Jugaron así, y despues de ese episodio Lucas pudo integrarse al resto de la familia y seguir para adelante.

Mi papá enseñó a un nene a seguir viviendo a pesar de las ausencias. Ahora, paradojas de la vida, soy yo quien tiene que aprender esa misma lección. Y es mi viejo mismo quien a traves de esta historia me lo esta enseñando.

Y aca estoy, muy triste pero jugando. Feliz cumple.

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