jueves, enero 26, 2006

Las cosas por su nombre

Las vueltas carnero siempre me cayeron simpáticas. Pienso en la vuelta carnero y me viene como una alegría, que puede llegar hasta cambiar mi (mal)humor del día.

Ademas es facil de hacer, gratificante, instantánea. Envión, a la colchoneta, pum, ya estás del otro lado.

Nada que ver con el fli fla, que creo que nunca terminó de salirme, o el mortero. Cosas tan complicadas que hasta me olvidé la diferencia entre uno y otro, y que requieren de una engorrosa práctica que te arruina todo el placer del movimiento.

Y de ninguna manera acepto que las llamen rol adelante, como nos mandaba a hacer con cara de circunstancia el profesor de gimnasia de la primaria mientras leía el diario. Rol! Justo a la vuelta carnero que es lo menos solemne que hay, pero por favor!

O mucho peor, tumba carnero. Porque qué viene a hacer la palabra tumba metida en algo tan movedizo, travieso, vital y radiante ? No, de ningún modo. La vuelta carnero debe seguir siendo lo que siempre fue, una pirueta alegre al alcance de todos los niños.

Chau. Me retiro haciendo cabriolas.

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