sábado, abril 29, 2006

La mujer maravilla tambien tenia callos

Desde que empieza a hacer buen tiempo, la bicicleta en Paris es el mejor amigo del hombre. No tenés que encerrarte bajo tierra para desplazarte, podés ver el paisaje mientras respirás y pedalás, elegis tu propio camino para llegar a destino, haces ejercicio, en fin, un sinnúmero de maravillas.

Normalmente las bicis duermen en la calle salvo que uno tenga un garage (es decir mucho dinero) o un edificio con lugar para dejar las bicis (es decir mucho dinero). Es usual que a la mañana al ir a buscar la bici haya desaparecido alguno de los elementos que la integran. El año pasado a nosotros nos robaron el asientito, cuestion que la bici hibernó todo el invierno, se oxidó un poco, se desinfló y ofició de elemento decorativo (?)

Ahora que quisimos rehabilitarla lo primero era conseguir un asientito. Hete aqui que una amiga me pasó el dato de que en un supermercado estaban haciendo una oferta de asientos de bici, así que me fui rauda, y me quedé una media hora frente al estante de los asientitos tratando de entender cómo corno podia aplicarse eso al caño abujereado de mi bici.

Tras preguntar a la empleada si no tenían de los otros asientitos, "de esos que vienen con un caño para meter en el abujero de la bici" (se nota que no tengo la más mínima idea de cómo se compone una bici) y recibir una respuesta sarasa (la empleada tampoco tenía ni la mas puta idea), terminé preguntando a un gordo que tenía cara de saber y me explicó que en realidad lo que tenía que comprar es un turulo que se mete en el caño, al cual se engancha el asiento. De más está decir que eso NO lo vendían en el super.

Cuestion, terminé yendo a un negocio de deportes que esta cerca de ahí, compre un turulo de esos y volví toda contenta a comprarme el asiento barato al supermercado, y para que esto sea realmente una oferta, me traje un mininflador con manómetro re monono. Llegué a casa radiante y triunfal anunciandole a farfo que pronto la bici iba a estar en condiciones.

Me planté frente a la bici con aires de conocedora, y descubrí la cruel realidad: parece que el turulo viene en varios tamaños, y el tamaño que compré era mas grande que el diámetro del caño. Decepcionada tuve que esperar varios días hasta tener un rato disponible para volver al negocio, peeero no les quedaban turulos mas chicos! Me mandaron a otra sucursal de ellos a unas cuantas cuadras, advirtiéndome que el negocio estaba lleno de gente y que había sólo dos vendedores así que iba a tener que esperar mucho. Esta vez estuve precavida y me llevé un papel en el que había marcado la circunferencia del caño para evitar errores.

Canchera, llegué al negocio y en vez de esperar que alguno de los vendedores se libere me fui directo a donde estaban los turulos que a esta altura ya los re calaba y me agarré uno, lo puse en el papel en donde tenia marcada la circunferencia y viendo que era el diámetro correcto lo agarré, ahí apareció el vendedor y tras mirar atónito mi sistema de medición decimal quiso empezar una broma al respecto que fue atajada con un "es un sistema primitivo, señor" de mi parte, me dí media vuelta y me fuí.

La segunda es la vencida me dije, y volví toda chocha dispuesta a colocar el turulo y tener al fin mi asientito. Y sí, el diámetro era el correcto, tan correcto que era exactamente el mismo del caño, por ende, no entraba. Ya medio verde llame al negocio y le expliqué la situacion, el vendedor me dijo que ese era el tamaño mas chico y que "no podía no entrar", solamente tenía que forzarlo un poco...

Tras media hora de engrasarme, transpirar y resoplar, terminé con todo el turulo rayado y el marulo idem, y no hubo caso. Ya sin paciencia volví a llamar a decirle al vendedor si no podía llevarle la bici y ya que era solo cuestion de "forzar un poquito" que fuerce él a ver si lo lograba. Y la respuesta, "puede venir cualquier dia, señora (porque ante todo la amabilidad), menos hoy que esta lleno de gente" terminó por llevarse el resto de buenhumor que me quedaba.

Finalmente hoy que tuve un poco de tiempo me fuí al negocio, turulo en mano y bici en mano porque claro, cómo hago para andar en una bici sin asiento? En el camino me parecío que una rueda se desinflaba cada vez más así que me la pasé reinflándola. El negocio no está al ladito, así que me mandé una buena caminata. Una vez allí el vendedor atónito me dijo que efectivamente no entra (chocolate por la noticia!) porque es una bici inglesa y que tengo que ir a un negocio especializado en bicis de ciudad, que tienen unos turulos especiales. Debe haber presentido que iba a romperle el negocio porque logré que me devuelvan el dinero.

Lo que siguió fue una peregrinación en busca de un negocio re copado donde farfo me hizo arreglar la bici el año pasado, que yo me acordaba masomenos donde estaba pero que tardé un buen rato en encontrar. A esa altura me chupaba un ovario que la bici no tuviera asiento y me desplazaba parada en los pedales ante la mirada desencajada de los transeuntes.

Llegar a ese lugar fue como haber llegado a la tierra prometida. Nadie se espantó al ver mi bici inglesa, todo lo contrario, vino el vendedor con un medidor, midió el diametro y apareció mágicamente con un flamante turulo exactamente del tamaño que necesitaba. Le mostré la sillita comprada en el supermercado barato y me dijo que si yo quería la instalaba, pero que era una sillita de hombre y que para una mujer iba a resultar más que incómodo (es decir me iba a romper el traste, porque era una sillita minuscula sin lugar para apoyar toda la grasitud y celulitis que nos caracteriza).

Estaba tan feliz que le dije que ponga un asiento comodo nomás, y el tipo se encargó de ajustar el turulo con las pinzas ad hoc, de poner el asientito, de ajustarlo a la buena altura para mí... como si ese fuera su trabajo vio? Resultado: volví felíz más que felíz a casa pedaleando, sentada cómodamente en mi nuevo asiento y tocando bocina con mi bocina naranja con dibujo de conejito.

Y mientras el aire me inflaba los pulmones pensaba que para qué me maté yendo mil veces a comprar cosas que no sabía si eran las adecuadas, a tratar de hacerlo todo sola siendo que no entiendo ni jota del asunto, y que cuánto más facil hubiera sido si le hacía caso a farfo que desde el principio me dijo simplemente "hay que llevarla al bicicletero y que él la arregle". Me hubiera ahorrado tiempo, idas y venidas, resoplidos, malhumor, bronca.

Y aprendí que a veces es bueno resignar mis aspiraciones de mujer maravilla, reconocer mis propios limites, aprender a pedir ayuda y dejarme ayudar.

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