Es como un mundo oscuro, lleno de niebla o vapor o humo. Es una sensacion de opresion en el pecho y en el estomago, y sobre todo el terror de nunca mas salir de ese reino de oscuridad, de nunca mas recuperar la levedad, la carcajada, el disfrute. Una telarana pegajosa llena de fantasmas, miedos, dudas, obsesiones que se repiten incesantemente, automaticamente sin que haya manera de detenerla.
Desde el otro lado de la telarana veo mi mundo habitual, pero no puedo tener acceso a el, nada de lo que percibo me llega, no tengo sensibilidad para otra cosa que no sea ese nudo infame, las palabras no me alcanzan, los abrazos no me tocan, y las desesperadas ganas de salir no bastan para encontrar el camino de regreso. Miro sin ver, escucho sin oir, camino sin pisar, respiro entrecortado y vidrioso.
Por una vez, todo escapa de control. El pensamiento no puede dominar a ese menjunje, las explicaciones no calman y todo se vuelve monstruoso, ajeno, desconocido. Es como caer, caer, caer y no tener de donde agarrarse para detener la caida.
Me empequenezco, me vuelvo debil, vulnerable, desarmada. Nada de lo que haga me va a sacar de la telarana, ni siquiera los suenos. No soy yo quien la fabrico, no se de que esta hecha, no conozco sus fallas y por ende no se como combatirla. Quiero llorar, estoy atrapada y tengo miedo.
En algun momento inesperada, inexplicablemente, un rayo de sol toca mi piel, una palabra encuentra eco en mi cuerpo, me puedo aferrar a algo, y empiezo a vislumbrar un retorno.
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