lunes, diciembre 26, 2005

Niño muerto-Fiesta de vida

Escrito el 14 de julio de 2005

Un velorio más. Harta de ver morir gente. El cadáver de la abuelita en el cajón, la piel amarillenta, el olor a desinfectante en la pieza, una sucesión macabra. Necesidad imperiosa de vida.

Todos tienen bebés y yo niños muertos. Tiempo de sangrar y eliminar óvulos que podrían anidarse en el vientre ansioso de recibir vida.
Niños muertos son niños envueltos. Envueltos en una red atrapante, niño maniatado no puede jugar. Tommy es un grosso, él lo entendió bien.

Farfo pone esa cara pícara y es delicioso. El farfolocos que me da la mano para dormir, es delicioso.

Al salir de la casa, las cámaras de televisión. La esposa del oftalmólogo al que robaron y quiso defenderse (tenía un revolver) y que mataron hace unos meses. La esposa acaba de matarse. Me pregunto si tenían hijos, si se mató con esa misma arma infernal.

Ey patovica, dejá entrar a las pibas de villa, que aunque seas grandote, vos la tenés chiquita, la tenés chiquitaaa. Por suerte el sábado tenemos una fiesta de vida, dijo farfolocos esta mañana mientras se despertaba para ir al responso (él no sabía que se decía responso).
Los farfolocos son una fiesta de vida, le dije yo. Y nos sacudimos alegres a pesar de todo, sacudí la colcha del niño muerto que me envolvía.

Yo no soy niño muerto, soy viva.




Ah, feliz navidad, que al fin y al cabo es una fiesta de vida, un nacimiento.

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