Al principio (?), onda en las cavernas, no tenían metros ni centímetros. Entonces debían usar las manos o los elementos de la naturaleza para tener idea de las medidas.
Hoy en día existen los metros, los centímetros, los decagramos y los hectómetros (siempre me dieron gracia los hectómetros) pero aun así hay gente como yo que no tiene una cinta de medir en su casa. Esto hace que a la hora de querer comprar los barrales para las cortinas me las tuve que ingeniar para trasladar la medida de mi ventana hasta el negocio en cuestión.
Para esto no tuve mejor idea (sugerencia de mi madre mediante) que usar unos piolincitos, rosas para ser mas exacta, que oportunamente corté a la medida correspondiente. Como tengo tres ventanas diferentes, corté tres piolincitos, le puse a cada uno un cartoncito con cinta scotch con la leyenda de a que ventana pertenece cada uno y me los metí en el bolsillo.
Partí raudamente a IKEA, que es un negocio que queda en la loma del toor a la vuelta pero vale la pena porque es mucho mas barato y además un buen paseo de domingo para mí que me encanta chusmetear ese tipo de negocios lleno de chucherías para la casa.
En medio de la gente con carritos enormes cargados de muebles, lámparas, alfombras, toda gente muy seria y previsora, había que verme a mí desplegar panchamente mis piolincitos rosas, sacarles la cinta scotch y medir los barrales, ante la mirada atónita de los vendedores...
Toda una pitecantropa.
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