Generalmente es una experiencia espantosa. En unos pocos segundos frente a la cámara hay que poder adaptarse a la consigna, dar lo mejor de lo que uno es capaz, tratar de mostrar lo que uno puede llegar a lograr si es elegido, demostrar por qué tendrían que elegirnos a nosotros y no a todos los que pasaron antes y vienen despues... Todo eso guardando la calma y tratando de transpirar lo menos posible.
Casi siempre se sale puteando: porque me faltó esto o lo otro, porque cuando lo hacía sola frente al espejo me salía re bien, tendría que haberme visto Sr Director. Porque justo me agarró un ataque de estornudos y salí en camara con la nariz toda colorada, porque ese día me levanté con un grano espantoso en el medio de la jeta, porque la gente era mala onda, y miles de etcéteras.
A veces se puede pasar por encima de todas esas cosas y sentirse satisfecho, sabiendo que uno dio todo lo que podía dar, y que el resultado ya no depende de nosotros.
Y de vez en cuando, es una experiencia divertídisima. El casting del otro día fue uno de estos casos. En el rato de espera, entre repasar la letra, los nervios de punta y la ansiedad, presencié una serie de escenas que me hicieron pensar que el verdadero cortometraje debería haber sido el casting en sí mismo.
Estabamos todas las candidatas apretujadas en un pasillo, frente a la sala donde se desarrollaba el casting. Primero nos mirábamos de reojo, y al rato estábamos todas como chanchas. Una de las chicas, flaca anoréxica, re pendeja, con un ataque de pánico atroz, al parecer había dicho que hablaba inglés (como no saben aún si lo filman en inglés o en francés, el director pedía que aquellos que dominaran el inglés prepararan las escenas en ambos idiomas). Cuando el director le pregunta (in english) si ella hablaba bien el idioma, la flaca que evidentemente no cazaba uan le contestó con un acento afrancesado que daba miedo "e litél, e litél", a lo cual el tipo comprendió que de inglés la mina natin at ol y le siguió hablando en francés.
Después, dos amigas que en vez de ir de shopping decidieron venir al casting, esperaban el turno en el pasillo. El director planilla en mano pregunta quién sigue, a lo que las barbie girls responden "nosotras!" El tipo carraspea y dice si claro pero cual de uds esta primero, así la anoto en la planilla. Y ellas insisten "cualquiera de las dos, porque estamos juntas, nosotras somos amigas". Ejem.
Pasa una de las amigas y lo primero que dice es "ah yo no me sé la letra de la escena" (que previamente nos había sido enviada para poder aprenderla bien). El director le cuenta de qué se trata y le dice que improvise sobre esa situación. Ella dice que sí pero no larga el papel con la letra. El tipo perdiendo un poco la paciencia le repite que se trata de una improvisación "sin" el papel en la mano a lo que la chica acota "ahh, yo de improvisación, cero". Y entonces para qué viniste, nena?
Despues había una japonesa, re canchera, que las miraba a todas desde lo alto de su pagoda.
Y como para no ser menos, la que suscribe, para evitar el papelón de la anoréxica, prepara mentalmente su respuesta en inglés del instituto de la calle gaona, hace todas las escenas que había aprendido, en francés y en victor inglish method, pero la vida te da sorpresas... Y el director me propone hacer otra en la que tenía que leer a primera vista un texto.
Leer así de una, por más que se domine bien el francés, es re complicado. Pero ahí me lancé a la aventura: tenía que leer una especie de sentencia a la japonesa que me hacía de partenaire de escena. En un momento tengo que decir "se la condena a engordar 150 KILOGRAMOS" a lo que la japonesa tiene que morirse de miedo. Pero en vez de eso mando "se la condena a engordar 150 KILOMETROS", a lo cual la japonesa se empezo a poner roja como el circulito de la bandera de su país y se dobló en dos de la risa, y yo, estoíca, seguí la escena como si nada.
Gajes del oficio.
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