Hoy con mi amiga Mariana y marido jugamos a ser turistas. Fuimos a pasear por Montmartre, como si acabáramos de llegar a la ciudad. Domingo, el día en que se bate el record de cantidad de seres humanos por metro cuadrado, de puestitos vende boludeces por cuadra y de fotos very tipical por segundo. Y bueno, a veces hace falta autoaplicarse electroshocks como este para recordar que vivimos en una de las ciudades mas lindas del mundo.
Sacre Coeur estaba igual que siempre, merengue impasible coronando una gran torta de casamiento kitsch. Los puestitos siguen vendiendo los mismos llaveros con la tour eiffel, las mismas bolas de plástico que las das vuelta y nieva, los mismos posavasos con cuadros de toulouse lautrec. La gente sigue calmando su hambre de recorrer todo paris en un día con paninis con queso del año pasado y jamón disecado al calor de la vitrina, y comiendo crepes carísimas con una miserable capita de nutella.
Y sin embargo entre tanto refrito, una novedad. Ahora en la base del sacre coeur la nueva moda son unos chabones que se abalanzan sobre el distraido turista y le dicen "sosteneme esto" o directamente se lo enganchan al boton del tapado (juro perjuro que es verdad, tengo fotos que lo testimonian). El "esto" en cuestion es una pulserita recien empezada, hecha con hilos de colores. Una vez que el pobre zángano quedó abrochado a sostener la pulserita o enganchado del botón de su abrigo, los chabones lo dejan ahí condenado a esperar que ellos terminen la pulsera y ofcors que se la paguen.
Y vienen en patota, cosa que ni se les ocurra decir que no.
Patético. No puedo sacarme de la cabeza la imagen de los turistas con pulseritas colgando de los botones, eso me mató.
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