Ayer recibi un regalo. En realidad hace un tiempo que el me viene regalando,
Regalos-palabras, regalos-propuestas, regalos-miradas, regalos-entrega, regalos-corazon, regalos-cambios, regalos-caminos, regalos-risas, regalos-futuro. Regalos alucinantes, de esos que te dejan con la boca abierta, los ojos mojados, el corazon como una locomotora.
Pero el de ayer fue un objeto, suerte de sintesis de todo lo anterior. Es increible como un objeto puede concentrar tantas sensaciones, sentimientos, tanta felicidad. Deja de ser un objeto del mundo corriente para pasar a ser un objeto que forma parte de tu ser, un objeto valioso, amado, importantisimo, pleno de sentido y de significacion. Y queda adosado a ese sentido, y abandona su existencia de objeto anonimo para pasar a tener nombre propio, historia, vida. Es testimonio, portador de todo lo que la persona que te lo regalo te quiso dar, tesoro.
Y entonces cada vez que lo miro (cincuenta segundos por minuto) se me abre en torrente la catarata poderosa, plena, radiante, luminosa, de todas las sensaciones que guarda mi objeto-regalo. Y me dejo llevar y navego vertiginosamente, doy vueltas carneras, salto, me zambullo y despues floto y me dejo acunar por la dulzura de sus aguas.
Y me siento acompañada, porque mi objeto representa a quien me lo regalo y entonces esta siempre conmigo. Y feliz porque puedo sentir con tanta intensidad la corriente de sentimientos que nos unen.
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