Como tenia un viaje largo en metro, decidi abrir un libro que estaba en mi casa en Buenos Aires y que me lo traje porque me interesaba. Cuando me iba a bajar quise marcar la pagina y encontre perdido entre las hojas un ticket de esos de cajero automatico que te da el resumen de cuenta. Lo mire mejor y vi que tenia escrito al lado de cada movimiento, en birome, a que cosa pertenecia cada pago. Era la letra de mi viejo. Y se me estrujo el alma.
Y me quede pensando como un trazo de birome puede traer consigo tanta carga de recuerdos, tantas sensaciones. Porque ese detalle me abrio una compuerta. Me acorde cuando mi viejo se sentaba en la mesa rodeado de papeles y papeluchos, a ordenar en carpetas todo el despelote, y anotaba y clasificaba y escribia. Y ver su letra me recordo las cartas que el me escribio, y la dedicatoria en un libro sobre los bebes y el cerebro que el compro antes de que yo naciera y que me dedico para cuando yo pudiera leer. Y cuando me ayudaba a estudiar y me hacia graficos divertidisimos para que yo retuviera las batallas, las razas de vacas o los rios de la Argentina. Y los dibujos que hacia en esas tardes de domingo que pasabamos de sobremesa en el living...
Todas esas cosas me trajo un papelito arrugado escrito perdido en las hojas de un libro. Y es muy poderoso encontrarse con objetos que pertenecieron a un ser querido, en los que dejo su marca. Encontrarlo, reencontrarlo y seguir el camino enriquecido por las nuevas sensaciones que genero el encuentro con esa marca.
Hace poco pensaba que los suenos son el unico lugar que tengo en donde lo veo, paso tiempo con el, hablamos, nos acompanamos durante un rato. Espacio privilegiado con sensacion de realidad total. Pero ahora pienso que tambien estos pequenos encuentros a traves de los objetos y los recuerdos que despiertan, permiten tener a la persona cerca y disfrutarla un ratito mas.
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