Llego la primavera, por fin solcito y tiempo agradable. Uno se cree unico y genial, y es duro descubrir que miles de otras personas tienen las mismas ideas/intenciones/planes. Por ejemplo, el sabado hacia un dia de sol resplandillante, y con mi amiga Isabel la chilena tuvimos la genial idea de ir a tomar un cafecito a algun bar con terrace, es decir, mesas afuera, con sol.
Salimos muy campantes para darnos cuenta al tercer bar de que todo el resto de los habitantes de la ciudad habian pensado lo mismo, y no solo eso sino que tambien habian salido mas temprano. Conclusion : los bares hiperpoblados de gente que florecieron como hongos despues de la lluvia. Quichimil vueltas y ninguna mesa. Primer reaccion : querer traer una grua y agarrarlos a todos desde arriba, depositarlos en el Congo Belga (?) y que queden todos los bares con sol para nosotras.
Pasado este primer impulso egolatra anti humano uno piensa que finalmente por que una tendria mas derecho que los demas, somos todos habitantes del mundo, simples, miseros, infimos mortales a la busqueda de un rayito de sol. Que depresion, que vuelva el invierno y la lluvia gris asi todos se quedan en sus casas y no hay nadie en la calle y uno se siente mas especial. Bueno, no es para tanto, exagere.
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