Un viaje sin corridas no merece ser llamado un viaje. Instalada en nuestra casita parisina, despues de haber dormido una siestaza y desarmado la valija, recien empiezo a relajarme.
Salimos para Ezeiza panchos y contentos, con muchos bartulos y sospechando que pesaban demasiado. Teniamos nueve: dos cada uno para despachar y el resto a llevar en la mano. Nueve! Al llegar al mostrador el Sr que estaba engripado y no tenia ganas de discutir dijo con toda la calma: hay 30kg de sobrepeso, yo les cobro 10kg y listo el pollo. La otra opcion era dejar en BsAs dos valijas renunciando a todo lo que habiamos preparado tan cuidadosamente para llevar.
Ok, dijimos. Es mucha guita pero de ultima nos llevamos todo lo que queremos. El pequeno detalle es que mis nervios o mi inconsciente me jugaron una mala pasada y chachannnnnn! Me olvide la tarjeta de credito en la casa! La tipica, al cambiar de cartera lo que estaba en el bolsillito fue. No teniamos efectivo, cheques no aceptan y mi vieja tampoco tenia su tarjeta.
Por suerte Jose se ofrecio a hacer la patriada y salio a los pedos por la autopista a rescatar mi tarjeta previo llamar a la chica que trabaja en casa que por suerte estaba ahi y supo interpretar mis instrucciones para encontrar la cartera en donde estaba la tarjeta.
Cortamos clavos de todos los colores y transpiramos de todos los sabores, porque si Jose no llegaba antes de la hora limite para embarcar o quedaban afuera nuestras valijas o quedabamos afuera nosotros.
Finalmente llego, pagamos, subimos. Despues venia la otra odisea que era si nos iban a dejar subir con tanto bartulo en mano. En la sala de espera haciamos malabarismos para esconder las cosas dentro del abrigo y a poner cara de que todo es super liviano siendo que llevabamos el triple de nuestro peso en cosas.
Zafamos. Sentados en el avion llamamos por telefonito a mi mama y Jose que del otro lado cortaban clavos por nosotros tambien, a nuestros hermanos, y lloramos como marranos de tanta emocion. Todos coincidimos en que este viaje fue importantisimo y alucinante.
Creo que no tengo mas columna vertebral del peso que transporte en la escala de Milan (je) y que mi contractura menor debe parecerse a las rocallosas. Pero llegar y ver casita compenso todo el ajetreo.
Barluz nuevamente en la Ciudad Luz.
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